Yo: “A ver hijo, tampoco es un drama que tu juguete se haya roto un poco ¡Tiene arreglo!
Hijo: “Jo, mamá ¿por qué no me dejas sentir lo que siento?”
Esto es lo que me contestó mi hijo hace un par de días mientras se lamentaba porque su hermana había estropeado uno de sus juguetes.
¿ Y sabes qué? Que tiene razón.
Tengo suerte de que mi hijo pueda poner en palabras lo que siente.
Porque esta frase fue un “bofetón de realidad” en toda regla.
Expresó lo que otros niños (y no tan niños) sienten cada vez que minimizamos una emoción.
Cada vez que les decimos que no es para tanto.
Que no se deberían sentir así.
Que están exagerando (aunque tú creas que están exagerando).
En realidad el mensaje es: “lo que estás sintiendo no está bien”, “no puedes sentir lo que sientes”.
Wow! Es que me he parado a analizar la frase y…qué mensaje tan sutil y a la vez tan invalidante ¿no?
Las emociones hay que legitimarlas todas. Lo sé (y lo digo) desde hace tiempo
Es probable que tu también lo sepas. A mi me pilló en un momento donde había prisa y tensión (todo a la vez). Funcioné en “automático”.
Somos humanas. A veces fallamos y no pasa nada. La suerte que es que aprendemos de ello
Y me di cuenta. Y sonreí cuando mi hijo me dijo esa frase. Me sentí orgullosa de él.
Lo cierto es que no pude más que contestarle: “lo sé cariño, tienes razón. Está bien lo que sientes”.
Recuperé la conexión con él y validé lo que sentía. Si eso, más tarde veremos cómo gestionar el tema del juguete roto
Pensé que a veces queremos que vean el lado bueno de las cosas demasiado deprisa en vez de permitir que transiten por lo que estén sintiendo (con o sin motivo – desde nuestro punto de vista).
Todas las emociones están bien. Todas son necesarias y todas son útiles Aunque siempre hay alguna con la que nos llevamos peor…a mi la queja y el drama me ponen bastante nerviosa, por eso supone un reto para mi sostener estos estados emocionales en mis hij@s. Sostenerlos para “redirigirlos” (no para “aguantarlos”), son conceptos diferentes. Es importante ver lo que nos confronta como padres y madres para darnos cuenta de nuestras limitaciones para acompañar a nuestr@s hij@s.
¿Cuál es esa emoción para ti? Te leo en comentarios.
Uff. Entiendo que hay que validar sus emociones. Pero al menos a mi, con 2 peques de 5 años, ante estas situaciones me sale el automático de: cariño no es nada, o no llores no pasa nada,y es después cuando pienso. Ostras, lo he vuelto a hacer…Que aconsejas para vencer a ese automático??
Hola Silvia, gracias por tu comentario. La única forma de vencer a los automáticos es con consciencia. Conciencia de dónde estás poniendo el foco y para qué estás diciendo “eso”. Cuando yo quiero minimizar o quitar hierro a lo que les está pasando a los niñ@s es porque yo estoy incómoda con lo que les sucede a ellos. Mi sugerencia es que te des cuenta de qué se despierta en ti cuando tus hijos lloran (por ejemplo) y pongas el foco en cómo se sienten ellos sin juzgar su emoción. Simplemente estate ahi (aunque te sientas incómoda) hasta que la emoción de tus hijos se haya “ido” (siempre se va). Cada vez te costará menos.
Creo que los niños necesitan captar la atención de los padres y muchas veces lo hacen a costa de lo que haga falta. Como educador me he dado cuenta de que lo mejor que puedes hacer cuando no tienen un buen comportamiento es ignorarles y ellos (que son muy listos) cambian la estrategia hacia otros comportamientos que les lleven a recibir atención y cariño.
Creo que si cada vez que protestan por algo empatizamos con ellos prestandoles toda nuestra atención para validar sus sentimientos y gestionar un juguete roto tal vez esten recibiendo de nosotros una equivocada educación o ejemplo de que un juguete roto es importante.
Ello también conllevaría que nuestros pequeñajos descubrirían una poco acertada manera de captar nuestra atención y abusaran de ella.
Estoy de acuerdo en parte con tu post, pero creo que solamente es aplicable en contadísimas ocasiones cuando la emoción que sienten es verdaderamente algo especial por algún acontecimiento en su vida que merezca nuestra total atención y a decir verdad ahora no se me ocurre ninguno, pero seguro que lo hay y estaré atento para no dejar escapar la oportunidad de poner en practica lo que comentas en este post.
Miguel Lloret
Gracias por tu comentario Miguel. Estoy segura de que muchos padres y madres hacen la misma reflexión que tu. Yo parto de la base de que la necesidad de presencia (o de atención) es una necesidad básica y biológica de l@s niñ@s, por lo tanto legitima. Otra cosa es la estrategia que utilicen para satisfacer esta necesidad (esto si es “corregible”). Por eso acabo el post diciendo que la propuesta es “conectar y redirigir”, esto es conectar con las necesidades (mi punto de vista es que detrás de cualquier “mal comportamiento, protesta, rabieta, reacción desproporcionada, etc…” hay una necesidad no satisfecha (necesidades y emociones están conectadas). La idea que propongo es validar y conectar siempre las necesidades/emociones (porque siempre son legitimas en todas las personas) y redirigir el comportamiento para que adquieran nuevas estrategias más funcionales (y aqui intervienen los limites).